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Camino de Santiago 2024: epílogo

La tarde…

Tras siete etapas (o “seis y media”, que la primera fue muy cortita) estoy frente a la Catedral de Santiago de Compostela. ¡Y parece que fue esta mañana cuando salía por La Grajera…!

Tengo aún cosas que hacer hoy, pero lo primero es encontrar a alguien que me haga una foto con el telón de fondo de la Catedral. Después de un primer intento con una persona “no muy habilidosa”, dos chicas peruanas me hacen las fotos de rigor que rápidamente comparto con la familia.

Tras eso, me apresuro a hacer lo más urgente: llevar la bici a Correos para enviarla de vuelta a casa y despreocuparme de ella y, sobre todo, solicitar la compostela.

La oficina de atención al peregrino está junto a la de Correos; aparco la bici en la puerta y cojo turno. Para mi sorpresa, mi número sale antes de que me puedan atender en Correos, así que entro a la oficina y recojo, no sin cierta emoción, mi compostela. Me sorprende que el nombre viene impreso y ya no es escrito a mano sobre el documento; tiempos modernos.

La compostela se emite de forma gratuita; por lo que te cobran es por el certificado de distancia, un documento que acredita los kilómetros recorridos y que nunca pido porque no creo necesitarlo.

Con la compostela en la mano, vuelvo a la oficina de Correos donde una chica simpatiquísima me ayuda, no solo con los papeleos, sino a desmontar la bici y meterla en su caja. Hecho todo esto, voy hacia el hotel (que está más cerca de lo que pensaba), cargado como puedo con todo lo que he cogido de la bicicleta; el resto (incluyendo cosas como el casco o las zapatillas con calas) viajará con la bici.

Una vez acoplado en la habitación, me pego una buena ducha, me cambio de ropa y me dispongo a dar un primer paseo por Santiago. Lo primero que hago es tomarme una taza de Ribeiro en el Bar Orense, lo mismo que hice en 2022 y que espero poder repetir en hipotéticos futuros caminos.

Ribeiro

Un Ribeiro en el bar Orense

De ahí, voy a visitar la tienda donde compré una pequeña bolsa de viaje para repetir la jugada del viaje anterior (para meter todos los trastos que he cogido de la bici). No encuentro la misma, que era estupenda y baratísima, así que busco opciones similares por tiendas cercanas.

Mientras, parece que voy repitiendo todos los pasos del viaje de 2022 y me ofrecen probar unos vinos y quesos en una de las tiendas de la Rúa do Franco. Si la otra vez compré Albariño y un queso de Arzúa, esta vez lo pospongo hasta que tenga la bolsa. Por desgracia, lo mejor que encuentro es una pequeña mochila que me va a ir bastante justa, así que esta vez me voy sin queso ni vino 😢

Vuelvo al hotel con la mochila para dejar el equipaje lo más organizado y recogido posible, buscar transporte (porque en ese momento aún no tengo ni idea de cómo voy a volver a casa) y coger la chaqueta, que enpieza a hacer fresco. El transporte está realmente complicado y, tras mucho buscar, no consigo ninguna combinación de tren o autobús que me lleve a Logroño así que compro un billete de ALSA a Madrid; haré noche allí y continuaré viaje al día siguiente.

De nuevo en la calle, entro a cenar en la taberna O Boteco: pulpo y lacón en un sitio muy bonito, aunque la comida (sin ser mala) no me entusiasma. Echo de menos la gran juerga que nos corrimos Samir (el peregrino bosnio) y yo en 2022, pero tampoco me importa estar solo. Eso sí, tras la cena me voy directamente al hotel a dormir, tras un corto paseo.

Pulpo

Pulpo a feira y Albariño

Me cuesta dormirme. Por mi cabeza pasan a toda velocidad kilómetros y kilómetros de imágenes, paisajes y recuerdos. Son tantas personas, anécdotas, conversaciones… Es como recorrer de nuevo el camino, una y otra vez, sin moverme de la cama.

…y la mañana siguiente

Si durante todo el Camino solía ser de los últimos en ponerme en marcha, ya en Santiago soy de los primeros. Sospecho que la Catedral no será fácil de visitar más tarde así que, sabiendo que hay una Misa del Peregrino en el Altar Mayor a las 7 y media, salgo del hotel sobre las 7 de la mañana. Doy un paseo buscando un café pero no encuentro nada abierto camino de la Catedral; paso de largo y continúo por la Rúa do Vilar y cuando por fin lo encuentro, es demasiado tarde y tengo que correr a la Catedral para no llegar tarde.

Durante la Misa es inevitable tener un nuevo recuerdo para Luis, que tantas veces habrá terminado aquí en sus peregrinaciones.

Terminada la Misa puedo recorrer tranquilamente la casi desierta Catedral y entrar a la cripta donde se venera la urna que, supuestamente, contiene los restos del Apóstol. Para muchos, es la razón última de la peregrinación.

Cripta

Los restos del Apóstol en la cripta de la Catedral

Aún tengo que esperar un poco a que abran el camarín para dar el abrazo ritual al santo, cosa que no puedo dejar de hacer porque me lo ha pedido mi madre. Al abrazarle, le prometo volver. Siento que me escucha.

Botafumeiro

El famoso botafumeiro

Un buen rato después salgo por la puerta de Platerías, donde el crismón del parteluz tiene las letras alfa y omega permutadas, símbolo de que el fin del Camino es un nuevo principio.

Otra de mis tradiciones es desayunar en el Café Casino; pero como estoy hambriento y abre bastante tarde, me tomo un café con churros (hoy sí…) en la encantadora cafetería Paradiso, en la Rúa do Vilar.

Paradiso

Cafetería Paradiso

Vuelvo al hotel y lo dejo todo preparado; volveré a salir para almorzar en el Casino y, a la vuelta, ya tendré que dejar la habitación. Aún tendré un par de horas de tiempo hasta que salga el autobús que emplearé dando un último paseo por Santiago.

Café Casino

Café Casino

Segundo Camino completado; me he quitado alguna espinita del primero, corrigiendo algún error propio de la inexperiencia. Pero me he clavado algunas nuevas, que tendré que sacar…

Han sido muchas experiencias revividas y muchas otras nuevas. No me canso ni de las unas ni de las otras. El Camino tiene algo que engancha y, en las largas horas de los autobuses de vuelta, ya estaba pensando en el siguiente: ¿el camino del Norte, el Portugués, la Vía de la Plata…?

A mí me encanta hacerlo en bici. Pienso que la bicicleta es ideal para viajar, es la velocidad justa; ni corre mucho ni va demasiado despacio. Pero, pasados unos días, yo creo que ya toca ir andando. Posiblemente solo una semana, seguramente no disponga de más tiempo. ¿El Camino Francés? Bueno, ¿y qué? Cada Camino es diferente y caminando será una nueva experiencia, pero ya veremos. Solo el hecho de tener la cabeza ocupada con los preparativos ya es parte del principio.

¡Buen Camino!

En 90 segundos

Un pequeño video que resume el viaje en tan solo 90 segundos: