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Día 1: de Logroño a Grañón


24 de mayo de 2024

Con la experiencia del Camino anterior, en 2022, no me costó demasiado prepararme para este. La bici era la misma, las bolsas y el equipaje casi también. El que estaba peor preparado era yo, con kilos de más, no muy buen estado de forma, estrés en el trabajo… pero bueno, lo que no me faltaba eran ganas.

Los días anteriores llevé la bici a poner a punto; necesitaba cambiar la cadena y poner nuevas cubiertas, no tan anchas como las que tenía (de 47mm). Monté unas Michelin Power Gravel de 40. También fui preparando el equipaje poco a poco, con un ojo en lo que había llevado en el viaje anterior y la idea de reducirlo algo, no mucho.

El plan era dar una vuelta el viernes por la tarde con la bici recién salida del taller y las bolsas ya montadas para ajustar lo que fuera necesario. Pero la noche anterior pensé… “¿qué necesidad de probar nada? Pues salgo y, si algo va mal, ya lo iré solucionando”. Lo comenté con mi mujer y estuve de acuerdo así que ya no había vuelta atrás: el viernes me ponía en marcha.

Era un día laborable normal y corriente, así que esperaba terminar de currar sobre las 15h. Lo tenía todo listo, así que en poco más de media hora estaba subido en la bici.

Una de las ideas de este viaje era, al contrario que en el de 2022, no planificar las etapas. Así que salí sin destino fijo, con idea de avanzar tan solo unos kilómetros hasta donde me apeteciera. Habiendo salido casi a las 4 de la tarde tampoco tenía mucho margen; y no porque no tuviera día por delante (que los días son mjy largos a finales de mayo) sino porque es preferible llegar pronto a los albergues pues los peregrinos se acuestan muy pronto y madrugran mucho.

A punto de salir de Logroño

A punto de salir de Logroño

La salida de Logroño, atravesando el Parque de La Grajera, es muy bonita y agradable. Pasado el pantano, tenemos las primeras pendientes del día que nos dejan en un alto desde donde, si miramos atrás, hay magníficas vistas de Logroño.

En esas primeras rampas me acordé mucho de Luis Ruano, un viejo amigo con el que he compartido muchas horas de paseos por el Pirineo Aragonés. Luis era un enamorado del Camino, que completó ni sé cuántas veces, la última ya con más de 80 años. Qué duda cabe de que él es el que me metió en la cabeza que yo tenía que hacer el Camino; mi gran pena es que, cuando por fin lo hice, no se lo pude contar. Así que Luis iba a estar muy presente durante todo este viaje.

Desde el alto de La Grajera, un suave descenso lleva a Navarrete, la primera población tras la capital riojana. Antes de entrar, se pasa junto a las ruinas del antiguo hospital de San Juan de Acre, cuya portada fue trasladada al cementerio años atrás.

Ruedo por pistas sencillas entre viñedos. Pronto la señalización indica que ya faltan menos de 600 kilómetros para mi destino…

593 km a Santiago

593 km a Santiago

Tras una pequeña área de descanso se cruza la carretera que viene de Ventosa; el camino sigue recto, pero yo voy a hacer un pequeño desvío dando un rodeo. La ruta tradicional pasa por el alto de San Antón, que no es ciclable. Lo conozco bien y decido rodearlo por carretera y, quizá, ganar unos minutos (tampoco demasiado, no nos engañemos). Eso sí, las vistas desde el alto son maravillosas así que recomiendo a quien no lo conozca que pase por allí, aunque tenga que empujar la bici 200 metros. Y, por cierto, hay otra alternativa para rodear el alto sin necesidad de salir a la carretera, pero con la gravel es muy tentador.

Enseguida retomo el camino, de nuevo una sencilla y cómoda pista. Paso por un guardaviñas y, poco después, cruzo el minúsculo río Yalde por un pequeño puentecillo. Es una ruta que conozco de memoria, pero que siempre disfruto.

Pronto estoy en Nájera; cruzo el Najerilla y busco la imponente mole de Santa María la Real, donde paro a poner el primer sello en la credencial. La ciudad riojana fue capital del reino de Nájera-Pamplona, y el monasterio es su panteón real.

Este primer sello, una vez más, me trae el recuerdo de Luis: ¿cuántas veces habrá sellado su credencial en este mismo lugar?

Hace calor, seguramente más de 30ºC. La salida de Nájera tiene alguna rampa corta pero exigente. Continúo aún entre viñas y sin cruzarme apenas con ningún peregrino. Es normal, el sol castiga y ya no son horas.

El siguiente pueblo es Azofra, donde no me detengo. A la salida, cómo no, entre viñedos, me topo con su rollo jurisdiccional, testigo de tiempos de mayor gloria.

Azofra

Azofra

Un fuerte repecho (donde sufro bastante mucho), me lleva a Cirueña y su campo de golf, que siempre me ha parecido algo extraño en pleno Camino. Los paisajes van cambiando y, conforme me acerco a Santo Domingo de la Calzada, el viñedo ya no parece el cultivo principal.

Ya en la ciudad calceatense, paro a sellar en la Catedral. Sentado en la puerta empiezo a pensar dónde detenerme a pasar la noche y, aunque no me disgusta la idea de quedarme en Santo Domingo, recuerdo el bonito albergue de la Ermita de Carrasquedo en Grañón y decido llegar hasta allí. Son tan solo unos 8 km más; llamo y me confirman que hay sitio, así que retomo la marcha.

Santo Domingo de la Calzada

Catedral de Santo Domingo de la Calzada

A Grañón siempre había ido por carretera, por Corporales y Morales; pero esta vez, decidido a ser más fiel al camino tradicional, seguí por este. La verdad es que me pareció un tramo muy cómodo y bonito, mejor que la solitaria carretera.

En Grañón hay al menos un par de alojamientos, incluido el conocido albergue parroquial, que trata de mantener el espíritu más tradicional del Camino. Pero como me había comprometido a ir a la Ermita de Carrasquedo, tenía que desviarme un par de kilómetros.

Y al llegar me llevo la sorpresa de que ya no es albergue, sino hostal. Eso sí, como no me lo dijeron por teléfono, me hicieron casi el mismo precio que tenía el albergue. Así y todo, hay que decir que la ermita está en un bosque maravilloso; el entorno no tiene igual y merece la pena ir a conocerlo, aunque sea comiendo o tomando un aperitivo en su magnífico jardín bajo un pinsapo tricentenario.

Ermita de Carrasquedo

Ermita de Nª Sª de Carrasquedo

En total, incluyendo habitación, cena (un cordón bleu con abundante guarnición) y los refrescos que tomé desde que llegué por la tarde, me costó 50 euros.

El pinsapo de Carrasquedo:

Resumen de la etapa

Track

Track de la etapa

Perfil

Perfil de la etapa

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